Los reformadores y puritanos creían que la forma en que adoramos es tan importante como la forma en que somos salvos.
Enseñaban esto porque entendían —quizá mejor que todos los cristianos que han vivido— que la forma en que adoramos, en gran medida, determina al Dios al que adoramos. Es por esto que la adoración bíblica siempre es una respuesta de los redimidos a la iniciativa de Dios de darse a conocer. Si adoramos conforme a nuestra imaginación y tradiciones, adoramos, al menos en cierto grado, a un Dios de nuestra propia imaginación; pero si adoramos conforme a la propia instrucción de Dios, adoramos al Dios que es, al único Dios verdadero.
Terry L. Johnson nació y creció en Los Angeles. Estudió historia en la Universidad del Sur de California, y también estudió en Trinity College, Bristol, Inglaterra, y en el Seminario Teológico Gordon Conwell, antes de obtener su D.Min del Seminario Teológico Erskine. Es ministro ordenado y trabaja con la Iglesia Presbiteriana Independiente. Además es autor de varios libros sobre adoración. Él y su esposa tienen cinco hijos.