El Cristianismo siempre ha sido una fe confesional (ver Timoteo 3:16). Mediante Símbolos doctrinales y Confesiones, la Iglesia de Cristo ha fijado su doctrina y combatido las herejías que siempre han sido y serán volubles y engañosas. Los reformadores nos enseñaron que la única forma de mantener la vigencia y la vida de las confesiones es que las mismas estén basadas únicamente en la roca firme de las Escrituras, sin opiniones humanas, revelaciones espúreas, concilios amañados, fábulas de última hora ni sentimentalismo pegajosos.
Las sectas que nos rodean afirman que creen en la Biblia, pero todas, sin excepción, tienen otra fuente de autoridad aparte de las Escrituras. Desde una jerarquía con exclusividad de interpretación hasta libros sagrados, revelaciones, luces interiores, profetas vivos o muertos, etc., todos son atajos tortuosos que llevan a negar la eficacia de las Escrituras e impiden redactar documentos confesionales que no cambien al antojo del liderato de turno.
Los hiperconfesionales declaran que sus organizaciones tienen varios símbolos doctrinales, pero cuando nos acercamos, vemos que se contradicen. Se trata de una maniobra engañosa para permitir la entrada del error doctrinal, el liberalismo y la negación de la singularidad de la Palabra de Dios.
La Confraternidad Latinoamericana de Iglesias Reformadas (CLIR) nos ofrece esta colección de Credos doctrinales históricos y Confesiones reformadas que se basan solamente en las Escrituras, los cuales son una regla de doctrina y de unidad de fe y conducta. Esa fe que una vez fue dada a los santos (Judas 3). ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, amén!