A principios de la década de 1830, George Müller se embarcó en una aventura extraordinaria. Molesto por la falta de fe en sus contemporáneos, añoraba tener algo que pudiera considerar «como la prueba visible de que nuestro Dios y Padre es el mismo Dios fiel que siempre fue”.
Orando para conseguir hasta el último céntimo de los costes, George Müller supervisó la construcción de cinco grandes orfanatos –que aún se conservan- dando alojamiento a miles de niños.
George Müller fue un predicador y misionero inglés nacido en Prusia, destacado por su obra en favor de los niños desamparados.
En 1836, Müller y su esposa inician un orfanato, estableciendo en su propia casa una especie de albergue para treinta niñas. La obra continuó creciendo, al punto que fue necesario construir un edificio distinto, terminado en 1849, con capacidad para 300 niños y niñas. Veintiún años después, cerca de 2.000 niños estaban hospedados en cinco hogares de este tipo.
«Ahora estoy más convencido que nunca, que la historia de George Müller no es sólo uno de los episodios más relevantes de la historia de la Iglesia cristiana, sino también una respuesta contundente para el escepticismo del siglo XXI».
Roger Steer