Este maravilloso tratado, que justamente ha sido llamado «discurso de oro». está escrito con un lenguaje sencillo y práctico, lleno de ilustraciones y con una estructura sencilla; sin embargo, está lejos de ser simple o mediocre. A través de sus páginas, es evidente que su autor es un pastor experimentado cuyo propósito fue presentar de una manera sencilla aquellas distinciones y aspectos de la eclesiología que a menudo son difíciles de entender.
Se compone de siete capítulos a lo largo de los cuales Cotton expone la autoridad absoluta de Cristo sobre Su Iglesia, la identidad de los receptores de las llaves de los cielos y cómo estos deben interactuar entre sí con el fin de cumplir lo que el Señor ha determinado para Su Iglesia. Esto es lo que permite que cada iglesia local pueda disfrutar de una independencia con respecto a otra, pues el Señor le ha dado toda la autoridad que necesita para ejercer lo que Él ha ordenado. No obstante, la independencia motiva la interacción con otras iglesias locales para el cumplimiento de la gran comisión como iglesias hermanas que se relacionan sin que ninguna tenga una autoridad jerárquica sobre la otra.
John Owen fue uno de los que fueron convencidos del congregacionalismo a través de este libro. Con firmes convicciones presbiterianas, Owen tomó el libro de Cotton con el propósito de responder a sus argumentos, pero esto fue lo que pasó mientras llevaba a cabo su misión:
«En la prosecución y dirección de esta obra, muy al contrario de mis expectativas (en un tiempo y época en que no podía esperar otra cosa de este tratado que la ruina en este mundo, [pues] no conocía ni había hablado ni recibido la orientación de ninguna persona que tuviera estas convicciones), fui convencido de abrazar [esas convicciones] y aquellos principios a los que había pensado oponerme.» [John Owen, The Works of John Owen , editado por William H. Gould, vol. 13(Edinburgh: T&T Clark, s. f.), p. 223.]