El cristianismo bíblico y la ideología de justicia social son distintos e incompatibles. Se oponen en su comprensión de la realidad última, el poder, la autoridad, la naturaleza humana, la moralidad, etc. La cultura que emerge desde la cosmovisión de la teoría social crítica está marcada por la hostilidad, la división y el falso sentido de superioridad moral. La verdad es reemplazada por el poder y la gratitud por el agravio. Tu identidad está definida por tu grupo y éste siempre está en conflicto con otros grupos. Estas diferencias tendrán como resultado sociedades nocivas. No es tarde, la Iglesia que cree en la Biblia, debe humillarse, clamar a Dios y defender valientemente la verdad contra la mayor amenaza para esta generación y las venideras.
Scott David Allen, Presidente de la Alianza para el Discipulado de las Naciones