El tema del hombre es siempre de singular relevancia. El hombre es, ante todo, un proyecto existencial con un destino eterno. A diferencia del resto de los seres vivos, el hombre razona y se pregunta: «¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde me dirijo?». Sólo la Palabra de Dios tiene las respuestas correctas a estas inquietantes preguntas. Por ello, la antropología cristiana es un elemento esencial dentro de los estudios teológicos.
El presente texto analiza al hombre en sus aspectos morales y espirituales en cuatro fases: su creación, su estado original, su caída y su regeneración.