«Cuando los hombres tienen que morir por sus ideas, algo nuevo está a punto de comenzar». Con una combinación de intriga y rigor histórico, Palabras de fuego traslada a los lectores a un momento histórico, en el que la palabra impresa podía ser el arma más transformadora.
Año 1557. Fray Cipriano de Valera es un monje del Monasterio de los Jerónimos de San Isidoro del Campo, que se encuentra fascinado por las nuevas ideas que está introduciendo su amigo Casiodoro de Reina. Sevilla parece revolucionada por las riquezas que llegan de América y las ideas de Alemania. La imprenta ha conseguido que las enseñanzas de Lutero y Erasmo se extiendan por Europa, pero la Inquisición acecha. Los monjes son advertidos de una inminente redada y escapan hacia Cádiz para buscar un barco que los lleve hasta Italia.
La Inquisición envía tras los monjes «herejes» a dos monjes que intentarán traerlos de nuevo a España para que sean juzgados y quemados en la hoguera. Mientras que Cirpriano de Valera y sus compañeros huyen por Europa, Casiodoro de Reina comienza a gestar la idea de traducir la Biblia al castellano, pero los espías de Felipe II están en todas partes y tienen mucho interés en que el libro no se publique.
«Hubo un tiempo en que los libros podían cambiar el mundo, hacer tambalear los poderes más fuertes y cambiar para siempre la historia».