¿Por qué sufren los cristianos? ¿Con qué propósito permite Dios el pecado, la enfermedad y el dolor en la vida de sus hijos? ¿Cómo se explica que aquellos que más aman a Dios sean, a veces, quienes padezcan mayores adversidades? Basándose en Romanos 8:28, Thomas Watson demuestra claramente que aun las peores cosas obran para el bien del pueblo de Dios. Mediante una minuciosa exposición de dicho tacto, el autor nos lleva a considerar temas tan profundos como el llamamiento eficaz y el propósito eterno de Dios, exhortándonos a encontrar nuestra consolación, finalmente, en Dios mismo.